Miedos y fobias
El miedo se considera una reacción normal, básica y constante en el desarrollo y funcionamiento humano, con un valor funcional y adaptativo.
El miedo se considera una reacción normal, básica y constante en el desarrollo y funcionamiento humano, con un valor funcional y adaptativo.
El trastorno negativista desafiante se caracteriza por un patrón recurrente de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil, dirigido a las figuras de autoridad y con una frecuencia e intensidad de los síntomas mayor a la que cabría esperar para un sujeto de la misma edad.
Presenta síntomas tales como, por ejemplo, oposición activa a las peticiones o reglas de los adultos, tendencia a molestar deliberadamente a otras personas, sentimientos de enfado, resentimiento, irritación y enojo con aquellas personas a las que suelen culpar de sus propios errores o dificultades y baja tolerancia a la frustración, que suelen desencadenar en rabietas y enfrentamientos. Por lo general se comportan con niveles excesivos de grosería, falta de colaboración y resistencia a la autoridad.
El trastorno se manifiesta casi invariablemente en el ambiente familiar, pudiendo no aparecer en otros contextos, aunque tiende a generalizarse. Preferentemente esas alteraciones de conducta aparecen con las personas con las que el niño o niña tiene confianza, generando como consecuencia un deterioro en las relaciones familiares y/o sociales.
El tratamiento psicológico de los trastornos del comportamiento (Trastorno negativista desafiante y Trastorno Disocial) se diseñará incidiendo sobre los aspectos individuales, familiares y sociales del menor, con el fin de eliminar la sintomatología manifiesta, disminuir la influencia que ejercen los factores de riesgo que contribuyen a mantener o aumentar el problema, y potenciar los factores de protección que permiten paliar o prevenir la aparición de problemas.
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es reconocido como una de las alteraciones psicológicas más frecuentes en la infancia y la adolescencia.
Aparece en los primeros años de la infancia y se caracteriza por la presencia de tres síntomas fundamentales: el déficit de atención, la impulsividad y la hiperactividad. En los primeros años la hiperactividad y la inatención son los síntomas prioritarios, pero a medida que se llega a la adolescencia, la hiperactividad decrece, la inatención se mantiene y aumenta las conductas de impulsividad.
Dependiendo de la intensidad en que se presenten los indicadores característicos, el TDAH puede dividirse en tres subtipos:
Además de las dificultades que sufre el propio niño o niña, el TDAH repercute directamente en la familia y en la escuela. De este modo, el sentimiento de fracaso de los padres y profesores en la consecución de objetivos con los niños con TDAH genera en éstos un déficit de autoestima y un agravamiento de sus conductas.
Por tanto el TDAH más que un conjunto de síntomas, supone un problema global en la vida del menor que repercute en su rendimiento académico, afecta a sus juegos e influye en sus relaciones familiares.